Martes 08 de diciembre de 2015
– No endulzar el trago amargo
Lo primero es no endulzar el amargo trago. Anoche compartimos el dramático
Hemos sufrido un golpe seco y estamos en conteo de protección. No obstante,
Pérez Pirela explicó con detalle todas las potestades que la Constitución otorga a quien detenta la mayoría calificada en la Asamblea. Es algo de terror, horror y pánico.
Podrán aprobar una Ley de Amnistía para tratar de echar por el suelo los actos de justicia contra asesinos, conspiradores y corruptos que están presos o en fuga, derogar, modificar o proponer otras leyes, convocar a Constituyente, aprobar o reprobar leyes de presupuesto, remover o designar a miembros del CNE, aprobar o rechazar créditos adicionales, autorizar misiones militares extranjeras, convocar referéndums consultivos, declarar incapacidad física o mental del Presidente, modificar leyes orgánicas, remover a los magistrados del TSJ y todavía más. Estamos en serios problemas, queridos compatriotas, y eso se notó en las caras de velorio que mostraban ayer nuestros dirigentes en la reunión que sostuvieron con el presidente Maduro.
La Revolución ha sufrido además un durísimo golpe moral. Hacíamos de tripas corazón ayer para mostrarnos optimistas, positivos y hasta risueños, hasta donde pudimos, para tratar de dar ánimos a nuestra gente, devastada por la humillante derrota.
Recordé, íntimamente, la avasallante goleada que le dio Alemania a Brasil en una de las semifinales del más reciente Mundial de fútbol. Nos dieron hasta con el tobo, si no lo reconocemos así, el análisis crítico comenzaría mal.
Una de las cosas que resultó más dolorosa para el chavismo es que se le
convenció de que íbamos a ganar. Aun recordamos la engañosa cifra que se ostentaba en VTV el día sábado, según la cual habíamos registrado más de 8 millones de compatriotas en el 1 x 10, una falsedad que hizo más mal que bien.
A nosotros la derrota no nos sorprendió tanto, ya que habíamos contemplado todos los escenarios. Lo dijimos en nuestro Análisis del 17 de noviembre pasado: “Muchos piensan, con buenas razones, que el chavismo logrará otra vez la mayoría parlamentaria. Nosotros también, pero no apostaríamos nuestra cabeza a ello, no nos confiamos, debemos insistir en que nada está escrito y que una victoria revolucionaria, en la complicada situación que vive el país, tiene que ser luchada palmo a palmo hasta el último voto que se emita ese primer domingo de diciembre”.
Por otro lado, nuestra conciencia está tranquila, ya que nos hemos cansado de ser críticos leales en la filas del chavismo. No ahora, cuando comenzarán a aparecer “críticos” por todos lados. Ya lo decíamos en nuestro Análisis del pasado 17 de noviembre: “Hay cosas que debemos decir ahora mismo, porque si nos fuera tan solo relativamente bien en las elecciones, o absolutamente mal, muchos que ahora callan querrán aparecer como agudos y hasta ácidos críticos, oportunistas y desleales hay en todas partes. Además, probablemente se iniciaría un reparto de culpas, algunos, acaso muchos, comenzarían a echarle las culpas a los demás. Si el presidente habla de “renovación” suponemos que lo apunta independientemente del resultado electoral, al menos esperamos que sea así. El descontento tiene muchas causas y todas tienen que ver, de algún modo, con cierto estancamiento e incluso retroceso del espíritu original revolucionario, del ímpetu transformador, de la rebeldía chavista. No tiene nada de raro que el ejercicio del gobierno genere algún grado de anquilosamiento, suele suceder”.
Pocos días después de que perdimos el referéndum de la reforma constitucional, en marzo de 2008, escribimos un artículo donde señalábamos (y repetíamos) críticas que ya habíamos hecho. El artículo se titulaba “¡Te lo dije, Chávez!” y rezaba, entre otras cosas, “… no caigamos en la tentación de edulcorar lo que ha ocurrido: hemos sufrido una sonora derrota, la oposición ha frenado nuestra Reforma y hemos perdido, de manera insólita y en apenas un año, tres millones de votos, equivalentes a 14 puntos porcentuales. De manera que aquí se impone hoy más que nunca una reflexión profunda, porque la Revolución está en peligro… mi conciencia está tranquila, porque cuántas veces advertí los grandes peligros que surgían del estilo burocrático, verticalista, adulador y acrítico que se practica desde el Estado venezolano, así como de los garrafales horrores comunicacionales que hemos venido cometiendo”. Claro, en aquel artículo dijimos que “he venido arando en el mar, porque pocos me han oído. No importa, seguiré hablando y siendo una piedra en el zapato, porque esa es, en este momento más que nunca, mi responsabilidad”. La verdad es que, en muchos sentidos, hemos seguido arando en el mar desde entonces, y lo seguiremos haciendo tercamente, porque tal vez alguna vez nuestros líderes se abran de verdad a las voces críticas, y no solo de la boca para afuera cuando las cosas van mal. Fue una de los conceptos inteligentes que asomó ayer Pérez Pirela en su programa, en el sentido de que el liderazgo del Gobierno y del partido deben tener confianza en la crítica y no poner bajo sospecha al que crítica.
Y también, en el mismo artículo citado: “…aquí ha llegado la hora de llamar las cosas por su nombre, de manera descarnada, antes de que la ausencia de la autocrítica leal, honesta pero también franca y sin cortapisas, nos distraiga del anuncio de catástrofe futura que el gran mensaje enviado por el pueblo nos ha enrostrado: o cambiamos de verdad o esto se va ir al demonio más temprano que tarde. No es la hora de los aduladores de oficio, es la hora de los revolucionarios críticos”. Todavía habría que decir unas cuantas cosas sobre este tema en particular, pero está bueno por hoy.
Atentos, camaradas, que durante toda esta semana seguiremos analizando lo que ocurrió el domingo, sus causas y sus probables consecuencias. Les prometemos que estará interesante, porque como decía un periodista “de cuyo nombre no quiero acordarme”: no ocultaremos nada.