Fuerzas productivas, salud pública, lucha contra la epidemia

por Adriano Ascoli y Ciro Brescia

[en italiano]

Dos semanas después de su publicación, y tras más de un año desde los anteriores artículos “El Covid da los numeros” e “Italia: reflexiones sobre la pandemia y la validez del distanciamiento social“, además de la confirmación de los resultados chinos, vietnamitas y de otros países, es interesante el estudio publicado en la destacada revista científica The Lancet donde se ponen de manifiesto los efectos y las consecuencias de forma comparativa, en términos de impacto en la vida social, en las consecuencias sanitarias, en las consecuencias a nivel económico de las dos vías: la vía de las medias medidas seguidas, por ejemplo, por los países europeos y la vía de una contención férrea y delimitada en el tiempo. El estudio, basado en datos y comparaciones entre los dos enfoques diferentes, va en la dirección de confirmar en esencia lo que se ha afirmado aquí desde marzo de 2020 en los artículos mencionados.
Escribimos estas notas expresando nuestra plena solidaridad con la compañera Pia Panseri y el compañero Gianfranco Fornoni del Comité Popular Verdad y Justicia para las víctimas de Covid-19 en Bérgamo[1], afectados por la represión por su compromiso social y político de sacar a la luz la verdad sobre los responsables de la masacre diaria que estamos viviendo, debido a la mala gestión de la pandemia por parte de las instituciones estatales, centrales y regionales, y a las políticas antipopulares que aplicaron en nuestro país. Con estas líneas queremos dar nuestra contribución a la reflexión colectiva sobre un tema central en la actualidad: con demasiada frecuencia prevalece una lectura de la nueva fase pandémica confusa, entonces subordinada y funcional a las narrativas de las clases dominantes. Una polarización controlada, impulsada tanto en la corriente principal como en su lado oscuro, tiende a confundir e intoxicar la percepción y el pensamiento de una gran parte de la población. Consideramos que no es oportuno hacer concesiones a esta polarización en busca de un consenso fácil y rápido, cuando en cambio la situación requiere un razonamiento riguroso. 
¿Cómo es posible que algunos países atrasados en su desarrollo infraestructural, como Cuba y otros, a pesar de ser golpeados por las criminales sanciones internacionales de los países imperialistas, hayan logrado resultados apreciables en la lucha contra la pandemia del Covid-19, en contraste con lo que ocurre en nuestro país en un contexto de mayor desarrollo de las fuerzas productivas y a menudo con un sistema de salud mucho más evolucionado, en términos de infraestructura y recursos disponibles? Esto ha sido posible porque estos países se han dotado de las herramientas adecuadas para hacer frente a la emergencia gracias a una organización diferente de la sociedad, y han tenido que practicar haciendo de necesidad virtud, ya que son países que no cuentan con las fuerzas productivas y las infraestructuras desarrolladas, capilares y articuladas que tienen los países más ricos, los países imperialistas como Italia (a pesar de cuarenta años de recortes en la sanidad pública y las privatizaciones concomitantes, el sistema sanitario italiano sigue siendo de los más avanzados). En el caso de los países que tienen en su haber la culminación de un proceso revolucionario -en las distintas variantes del socialismo y el antiimperialismo- hemos visto la movilización de organizaciones de masas estructuradas en las distintas esferas de la vida social y laboral, política y cultural; éstas no han improvisado, sino que en cierta medida han actuado sobre la base de décadas de experiencia y trabajo teórico y práctico, combinándolas con los necesarios niveles de movilización y liderazgo que son cruciales para enfrentar la emergencia. Organizaciones que responden a un mando unitario, que se refieren a una dirección política que tiende a ser clara y coherente, a una línea política que ciertamente no es improvisada sino que tiene una continuidad desarrollada durante décadas de construcción tras el triunfo de la Revolución en su país.
Una línea que en el caso de China y muchos otros países que han seguido ese ejemplo, ha puesto en el centro la protección de la salud colectiva y el criterio científico, como pilar para un contraste inmediato a la epidemia, minimizando tanto el daño sanitario como el socioeconómico, con intervenciones tempranas y limitadas en el tiempo. En estos países -es necesario subrayar, una vez más, este concepto- sus dirigentes y sus pueblos han tenido que hacer de necesidad virtud, centrándose principalmente en la prevención, para evitar tener que actuar después con instrumentos con los que generalmente están mal equipados y para evitar caer en una crisis inmanejable. Los países imperialistas, que disponen de instrumentos más avanzados en teoría, han fracasado de hecho en el campo de la contención de los contagios metiéndose en un atolladero. No han aplicado una estrategia para contener el contagio, con los resultados que están a la vista. En la República Popular China, al igual que en otros países, no han esperado a que lleguen medicamentos o vacunas específicas (que aún no están listos ni son suficientes, dado que los países imperialistas los han acaparado, empezando por Estados Unidos, Reino Unido e Israel, seguidos por los demás países de la UE, y que la capacidad de producción a escala mundial sigue siendo limitada). En China se ocuparon de confinar -mediante la movilización capilar y la organización de masas- a la población dónde, cómo, cuánto y cuándo era necesario hacerlo; así lo hizo China, así lo hizo la Corea Popular, cerrando aún más herméticamente sus fronteras, así lo hizo Vietnam, así lo hizo Cuba, manteniendo viva la experiencia acumulada en el campo de la epidemiología por la URSS en el siglo pasado, invirtiendo en investigación científica hasta el diseño e implementación de vacunas y medicamentos específicos. En los principales países imperialistas dirigidos por gobiernos neoliberales, se ha dejado correr el virus con mayor o menor libertad y con medidas cada vez más tardías, hasta el punto de perder el control de los contagios y registrar decenas de miles, cientos de miles de muertos (como en Estados Unidos o Brasil, pero también en nuestras partes). Hemos visto el ballet de las zonas de color, con datos ocultos o domesticados por los administradores para evitar las medidas necesarias. Los que han aplicado una verdadera contención, en lugar de una mitigación crónica, han parado TODO cuando ha sido necesario, pero durante un corto periodo y luego han reabierto casi todo, minimizando los daños humanos y económico-sociales. Es bueno recordar cómo los países que han aplicado esta estrategia ganadora han parado cuando ha sido necesario y durante periodos muy limitados incluso las fábricas y los desplazamientos y cualquier actividad no estrictamente imprescindible. En Italia, por el contrario, las fábricas en el corazón del valle del Po no cerraron ni siquiera en marzo-abril de 2020 y la epidemia se extendió a medio mundo en pocos días, mientras entre los principales líderes políticos estaban de moda los aperitivos en los canales y las negaciones supersticiosas de la tormenta que se avecinaba.
Para completar, hay que mencionar que incluso algunos países ciertamente no socialistas, como Israel (por no hablar de la criminal negación de las vacunas a Palestina, como los países occidentales con sanciones) o Australia, han obtenido resultados positivos en casa sólo conteniendo la circulación de la población durante períodos limitados, con el fin de garantizar la posibilidad de “volver a la normalidad” o para abordar con seguridad la fase de vacunación masiva. Esto demuestra que no tenemos que esperar a convertirnos en un país socialista para aplicar las medidas preventivas necesarias basadas en criterios científicos confirmados por la experiencia; puede hacerse inmediatamente si existe la voluntad política necesaria para ello. Por el contrario, en la medida en que los movimientos populares logren imponer la aplicación de las medidas preventivas necesarias, éstas serán peldaños útiles para avanzar con más fuerza y determinación hacia la instauración del socialismo.
Al cruzar los datos sobre la mortalidad general en los principales países, es fácil ver que las muertes resultantes de la epidemia de covid-19 han sido subestimadas en gran medida, y aún lo son. Los países como el nuestro que no han optado por un control estricto de los contagios y con un distanciamiento precoz en el momento adecuado (al principio de cada ola epidémica, antes de cualquier salto exponencial repentino de los contagios) han tenido que actuar con medidas posteriores amplias y prolongadas, o con medias tintas que, para no disgustar a ningún sector político ni a la población, han terminado por disgustar a prácticamente todos. Los únicos que, como es lógico, se han beneficiado enormemente son los grandes especuladores financieros y los capitalistas relacionados con ellos, en particular la industria de la exportación, que en muchos casos no han parado la producción ni siquiera una semana, en detrimento de todos los demás ámbitos sociales y económicos penalizados por las medidas prolongadas. Emisiones tv y tertulias han llegado a diseccionar los buenos hábitos íntimos, pero las fábricas, los call-centers y los desplazamientos ni siquiera los han mencionado en los distintos decretos, salvo el primer y único cierre de la primavera de 2020, tras el cual entró en escena el dicktat del poder económico sintetizado en el eslogan “vivir con el virus”. Para ocultar su falta de preparación no podían hacer otra cosa. Las medidas adoptadas cerca del pico epidémico sólo mitigan los resultados más catastróficos sobre el sistema sanitario, pero no evitan decenas de miles de víctimas cada vez, cuando en cambio sería conveniente y necesario “hacer como China” para controlar la propagación de los contagios: bloqueo (con las correspondientes pruebas y rastreos masivos) durante un periodo limitado pero anticipado y la coordinación de todos los sectores y organizaciones de masas -en el caso italiano se trata de todo el tejido del tercer sector, las asociaciones y el voluntariado que existe y se estimula la creación de redes de solidaridad popular adecuadas, estas realidades que también han empezado a surgir para hacer frente a la emergencia. Lo que ha faltado es la voluntad política institucional, por un lado, arrastrada por todas partes a la sumisión a los intereses de los grandes grupos económicos, y la capacidad, la autonomía y la fuerza de los comunistas, por otro lado, para identificar y proponer a tiempo las medidas que hay que poner en marcha, las decisiones oportunas que hay que aplicar, dejándose a menudo influenciar por las opciones oportunistas y convenientes o por la sumisión generalizada alimentada arteramente por la patronal entre las amplias masas (“colismo”). Las fuerzas políticas o sindicales organizadas -salvo contadas excepciones- no han pedido ni reclamado que se tomen medidas enérgicas de contención al principio y no en medio de cada ola de contagio. En esta fase, la de la toma de decisiones, a menudo prevalecen las movilizaciones funcionales, que piden aperturas, cuando más bien hay que cerrar todo, aunque sea por unos días, para obtener resultados significativos y duraderos. Se mantuvieron subordinados a los que no querían medidas de contención, con el resultado de que los daños sanitarios en términos de muertes y casos graves, el contagio de los trabajadores y sus familias, y los daños a la economía generalizada y a la vida social, fueron cada vez mayores. Si por un lado la denuncia de las evidentes responsabilidades de algunos administradores (véase el caso de la administración Fontana en Lombardía, claramente subordinada a las líneas dictadas por Confindustria) en la propagación del contagio fue objeto de una campaña positiva a finales de la pasada primavera, por otro lado no fue seguida de una política consecuente y agregada en el periodo posterior, cuando algunos ‘expertos’ hablaron del “virus desaparecido”, o cuando torpemente los responsables de la toma de decisiones negaron el inicio de la segunda y tercera oleada, evitando así las necesarias medidas de contención oportunas.
Al cruzar los datos sobre la mortalidad general en los principales países, es fácil ver que las muertes resultantes de la epidemia de covid-19 han sido subestimadas en gran medida, y aún lo son. Los países como el nuestro que no han optado por un control estricto de los contagios y con un distanciamiento precoz en el momento adecuado (al principio de cada ola epidémica, antes de cualquier salto exponencial repentino de los contagios) han tenido que actuar con medidas posteriores amplias y prolongadas, o con medias tintas que, para no disgustar a ningún sector político ni a la población, han terminado por disgustar a prácticamente todos. Los únicos que, como es lógico, se han beneficiado enormemente son los grandes especuladores financieros y los capitalistas relacionados con ellos, en particular la industria de la exportación, que en muchos casos no han parado la producción ni siquiera una semana, en detrimento de todos los demás ámbitos sociales y económicos penalizados por las medidas prolongadas. Emisioras tv y tertulias han llegado a diseccionar los buenos hábitos íntimos, pero las fábricas, los call-centers y los desplazamientos ni siquiera los han mencionado en los distintos decretos, salvo el primer y único cierre de la primavera de 2020, tras el cual entró en escena el dicktat del poder económico sintetizado en el eslogan “vivir con el virus”. Para ocultar su falta de preparación no podían hacer otra cosa. Las medidas adoptadas cerca del pico epidémico sólo mitigan los resultados más catastróficos sobre el sistema sanitario, pero no evitan decenas de miles de víctimas cada vez, cuando en cambio sería conveniente y necesario “hacer como China” para controlar la propagación de los contagios: bloqueo (con las correspondientes pruebas y rastreos masivos) durante un periodo limitado pero anticipado y la coordinación de todos los sectores y organizaciones de masas -en el caso italiano se trata de todo el tejido del tercer sector, las asociaciones y el voluntariado que existe y se estimula la creación de redes de solidaridad popular adecuadas, estas realidades que también han empezado a surgir para hacer frente a la emergencia. Lo que ha faltado es la voluntad política institucional, por un lado, arrastrada por todas partes a la sumisión a los intereses de los grandes grupos económicos, y la capacidad, la autonomía y la fuerza de los comunistas, por otro lado, para identificar y proponer a tiempo las medidas que hay que poner en marcha, las decisiones oportunas que hay que aplicar, dejándose a menudo influenciar por las opciones oportunistas y convenientes o por la sumisión generalizada alimentada arteramente por la patronal entre las amplias masas (colismo). Las fuerzas políticas o sindicales organizadas -salvo contadas excepciones- no han pedido ni reclamado que se tomen medidas enérgicas de contención al principio y no en medio de cada ola de contagio. En esta fase, la de la toma de decisiones, a menudo prevalecen las movilizaciones funcionales, que piden aperturas, cuando más bien hay que cerrar todo, aunque sea por unos días, para obtener resultados significativos y duraderos. Se mantuvieron subordinados a los que no querían medidas de contención, con el resultado de que los daños sanitarios en términos de muertes y casos graves, el contagio de los trabajadores y sus familias, y los daños a la economía generalizada y a la vida social, fueron cada vez mayores. Si por un lado la denuncia de las evidentes responsabilidades de algunos administradores (véase el caso de la administración Fontana en Lombardía, claramente subordinada a las líneas dictadas por Confindustria) en la propagación del contagio fue objeto de una campaña positiva a finales de la pasada primavera, por otro lado no fue seguida de una política consecuente y agregada en el periodo posterior, cuando algunos “expertos” hablaron del “virus desaparecido”, o cuando torpemente los responsables de la toma de decisiones negaron el inicio de la segunda y tercera oleada, evitando así las necesarias medidas de contención oportunas.
Ante la ausencia de cobertura vacunal no queda más remedio que operar una contención basada en el control del contagio, con paradas rápidas y concentradas en el tiempo, para evitar esa cronicidad de medias tintas que tanto daño ha causado a la vida social sin resolver los aspectos sanitarios. Todo esto no es fruto de la casualidad, sino de los cálculos de quienes han considerado como aspecto central no la salud colectiva y la protección de las condiciones materiales, sociales y económicas de las personas, sino el PIB, la facturación y los beneficios de las grandes empresas capitalistas que, si nos fijamos bien, en muchos casos no han perdido un solo día de negocio, sino que ni siquiera han pagado el funeral de quienes han perdido la vida como consecuencia de este cínico cálculo.
La judicatura del Estado italiano, tan diligente en la investigación de quienes han denunciado las consecuencias de esta masacre social y material (y aquí de nuevo reiteramos toda nuestra solidaridad con las compañeras y compañeros investigados)[2], con más de cien mil muertos más en 2020 y una esperanza de vida disminuida en al menos un año, poco se ha preocupado por la falta de seguridad y controles en los centros de trabajo, en las fábricas y en la red logística; verdaderos motores de contagio junto con un desplazamiento que ha visto poca acción en la red de transporte público. Los grandes centros de trabajo deben ser controlados con pruebas aleatorias e hisopos de todo el personal y, si es necesario, cerrados durante unos días. Es necesario proporcionar apoyos economicos y garantizar los salarios de los empleados en los lugares de trabajo en los que se produzcan brotes, ya que de lo contrario se convertirán, como ha ocurrido, junto con los desplazamientos, en una fuente de contagio. Las pruebas de todos los empleados y la reapertura segura deben ser el centro de las reivindicaciones sindicales.
En este punto hay que ser claros y explícitos: ante una epidemia, el disciplinamiento de los movimientos de la población en función de los propios intereses de las grandes masas de la población, es inevitable y frente a esta necesidad caen todas las ilusiones y la cháchara liberal fuera de tiempo sobre la presunta “libertad de movimientos” como un valor absoluto que no existe en ningún país socialista (y para ser claros ni siquiera en los países de tradición liberal).
En estos temas los comunistas no pueden hacer nicho, como en las vacunas que deben ser reivindicadas como un derecho de todo ser humano y no ser objeto de mercantilización, aunque actualmente los precios estén regulados no por la “ley del libre mercado” sino por acuerdos entre estados (entre los que, sin embargo, está en marcha un juego geopolítico con evidentes vientos de guerra). La prioridad y el acceso a estos instrumentos debe ser objeto del más estricto control público y popular, organizado y consciente, no porque de otra manera las vacunas en su aspecto de “mercancía” no sean fiables (casi todos los instrumentos que utilizamos en nuestra vida, incluidos los medicamentos, el ordenador, están fabricados en régimen capitalista, lo que no implica que no funcionen) sino porque, como vemos, el mecanismo de competencia y confrontación geopolítica lleva a ralentizar lo que sería muy urgente y necesario. Los comunistas están en contra de la globalización capitalista y del “neoliberalismo”, no están en contra de la necesaria globalización de las fuerzas productivas, porque esto forma parte del desarrollo del carácter colectivo de estas fuerzas y de su naturaleza social. Los comunistas no son ludistas que despotrican contra las máquinas, contra la ciencia y la tecnología, contra la racionalidad, sino que luchan por sustraer esas máquinas, esa tecnología y esa ciencia al control de las actuales clases dominantes hasta ponerlas bajo la dirección de un gobierno que defienda auténtica y coherentemente los intereses populares. Estos aspectos, precisamente para no quedar suspendidos en la nube de los máximos sistemas, deben ser objeto de un programa compartido para un gobierno popular de emergencia, que recoja las voces y fuerzas presentes no sólo de los estrechos círculos militantes, sino de los trabajadores organizados en sus centros de trabajo y de la amplia red de organizaciones populares y territoriales. No debemos alimentar lecturas irracionalistas y retrógradas, como la psicosis contra vacunas que racional y científicamente no tienen razón de ser, u otras tendencias reaccionarias que se han desarrollado con fuerza en muchos países, incluido el nuestro.
Si entre las amplias masas de la población hay sectores que de forma totalmente legítima alimentan dudas sobre las vacunas, o se muestran subalternos a algunas tendencias de tipo objetivamente reaccionario, hay que arrastrarlos con el ejemplo de no “hacer la guerra a las vacunas” sino dirigir este rechazo a las clases dominantes de hoy (pero ya no dirigentes), es decir, a los responsables de la especulación o de los juegos geopolíticos para los que la salud de la gente no vale nada (¡no contra los centros de vacunación o las ambulancias o los trabajadores del sistema público de salud! ), es decir, hacia quienes han hecho la calculada elección de no actuar con prontitud en las medidas de contención para no tocar ciertos intereses claramente considerados -en esta sociedad capitalista- más importantes que el bien supremo de la protección de la salud y la vida colectivas de cientos de miles de personas. Esta es la mejor manera de tener la certeza de que los tratamientos y las vacunas se utilizarán, en el mejor de los casos, en nuestro propio interés y no en el de quienes especulan con los medicamentos y las vacunas o con cualquier otro descubrimiento científico e invención tecnológica, al igual que ocurre con cualquier otra mercancía en régimen capitalista.
La situación actual en Italia y en Europa se cubre ahora con una campaña de descrédito de la misma estrategia vacunal, confundiendo la práctica normal de seguridad y farmacovigilancia con una propaganda terrorista sobre el uso de las vacunas, con las autoridades europeas que son incapaces de garantizar una vacunación segura lejos de los continuos picos epidémicos. Los juegos geopolíticos sobre aspectos que conciernen a la protección de la salud colectiva -también aquí es bueno subrayarlo- frenan la posibilidad de una mayor disponibilidad de dosis de vacunas (por ejemplo, retrasando la evaluación de las vacunas de producción rusa o china), limitan la máxima disponibilidad en la recepción de las cantidades necesarias de dosis de los diferentes productores, levantan barreras y desprestigian las campañas dictadas por la competencia entre los diferentes productores, patentes y estados, y frustran lo que debería estar en el centro del interés público.
Sabemos que los comunistas no han logrado hasta ahora establecer el socialismo en ninguno de los países plenamente imperialistas, es decir, en ninguno de los países donde las fuerzas productivas han alcanzado un desarrollo más avanzado que en los países (semi)feudales y/o (semi)coloniales. Asistimos a una innegable marginalidad política y a un notable retraso en la comprensión de la nueva fase pandémica. El Movimiento Comunista Consciente y Organizado del último siglo ha logrado históricamente establecer el socialismo sólo en algunos de estos países (semi)feudales y/o (semi)coloniales a través de Revoluciones Antiimperialistas, Guerras de Liberación Nacional y Revoluciones de Nueva Democracia, transformando la guerra imperialista en una guerra civil contra la Burguesía Imperialista, durante la primera oleada de la Revolución Proletaria Mundial (aproximadamente desde 1917 hasta 1976), desde la Rusia zarista hasta la China feudal, desde Cuba hasta Vietnam, desde la República Popular de Corea hasta Laos, desde los países de Europa del Este hasta algunos países africanos, así como las experiencias revolucionarias en América Latina, donde durante largos períodos las fuerzas antiimperialistas y comunistas han afirmado el control territorial, aunque no han podido conquistar el poder. Sabemos que las limitaciones ideológicas y los errores de los comunistas de los países imperialistas no les han permitido tener el éxito necesario para evitar el reflujo del Movimiento Comunista Internacional. Es decir, la Revolución Proletaria sólo triunfó en aquellos países en los que las fuerzas productivas y las infraestructuras no estaban aún plenamente desarrolladas, como ocurre en los países imperialistas. El propio Lenin señaló que en los países oprimidos habría sido más fácil hacer triunfar la Revolución Proletaria, pero habría sido más difícil construir el Socialismo; por el contrario, en los países imperialistas habría sido más difícil hacer triunfar la Revolución (lo que es aún más cierto a la luz del desarrollo posterior de los regímenes de contrarrevolución preventiva en los Estados burgueses) y más fácil construir el Socialismo, dado el desarrollo más avanzado del carácter colectivo de las fuerzas productivas. Incluso en los países imperialistas, las tendencias revisionistas, no científicas y no revolucionarias se abrieron paso en varias ocasiones, hasta desembocar en las principales tendencias del revisionismo moderno, pero hace apenas cien años, precisamente en el contexto de una crisis de posguerra y pospandémica no resuelta, tomaron forma las movilizaciones reaccionarias de masas, que las clases dominantes supieron dirigir hacia el movimiento fascista. No han faltado en los últimos meses episodios y movilizaciones con características ambiguas, cuando no abiertamente reaccionarias, reivindicando la inexistencia de una emergencia que ha acortado en un año la esperanza de vida en Italia, con el resultado de más de cien mil muertos más al año. Están en un error quienes han identificado como enemigo las formas necesarias de protección y prevención sanitaria, o la búsqueda de vacunas, y no el hecho de que estas medidas, si han sido poco efectivas y de duración interminable, es precisamente porque se ha optado cada vez por negar la emergencia y la intervención oportuna, en favor de la actividad económica y productiva inmediata. Al cabo de un año vemos los resultados de este enfoque repetido, hecho de retrasos y medias tintas. Resultados trágicos tanto a nivel sanitario como socioeconómico.
Como afirma el camarada Fabrizio Chiodo -que obviamente conoce el tema, al ser colaborador del centro Finlay de la Habana para la producción de vacunas cubanas-, el propio concepto de vacunación contradice los intereses del capitalismo porque se basa en la prevención y no en la curación. Ahora se sabe, de hecho, que es mejor prevenir que curar, pero curar en lugar de prevenir suele ser más rentable para la especulación y el parasitismo de los capitalistas, sus farmacéuticas, los sistemas privados de salud. La prevención (y por lo tanto también los instrumentos de vacunación que son parte indispensable de ella) es el arma más eficaz que la organización socialista de la sociedad puede aprovechar. El fracaso de la ideología del “libre mercado” y la crisis del modo de producción capitalista ante la emergencia es hoy innegable. Todo ello pone a la orden del día la necesidad de la instauración del socialismo como respuesta a ésta y a las grandes urgencias que afligen a la humanidad, como modelo de desarrollo calibrado a las necesidades humanas. La prevención y la salud colectiva valorada al máximo estarán en el centro de las batallas de los próximos años. Un reto para los países socialistas y antiimperialistas, pero también en los países donde el socialismo aún no se ha establecido. El socialismo es la prevención antes que la cura.

[1] Un Comité Popular no domesticado y que pone de manifiesto públicamente las responsabilidades de Confindustria y de las autoridades institucionales subordinadas a ella por la masacre provocada por la mala gestión de la pandemia en Bérgamo, acaba inevitablemente “atenuado” y criminalizado por quienes tienen todo el interés en desacreditarlo (véase la página homónima del Comité Popular fb).
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Dos semanas después de su publicación, y tras más de un año desde los anteriores artículos “Il Covid dà i numeri! ” e “Italia: reflexiones sobre la pandemia y la validez del distanciamiento social”, además de la confirmación de los resultados chinos, vietnamitas y de otros países, es interesante el estudio publicado en la destacada revista científica The Lancet donde se ponen de manifiesto los efectos y las consecuencias de forma comparativa, en términos de impacto en la vida social, en las consecuencias sanitarias, en las consecuencias a nivel económico de las dos vías: la vía de las medias tintas seguida, por ejemplo, por los países europeos y la vía de una contención férrea y limitada en el tiempo. El estudio, basado en datos y comparaciones entre los dos enfoques diferentes, va en la dirección de confirmar en esencia lo que se ha afirmado aquí desde marzo de 2020 en los artículos mencionados. 
En The Lancet, una comparación entre los resultados de la estrategia de medidas de mitigación a medias (intervenciones graduales de mitigación orientadas a no sobrecargar el sistema sanitario y sin impacto en el sistema productivo) y los conseguidos mediante la estrategia de erradicación de #zerocovid a través de la contención estricta de la infección, las pruebas masivas, el seguimiento, la reapertura.
La comparación muestra, entre otras cosas:
– Desde el punto de vista sanitario, las muertes por COVID-19 por cada millón de habitantes en los países de la OCDE que optaron por la estrategia de contención y erradicación (Australia, Islandia, Japón, Nueva Zelanda y Corea del Sur) fueron unas *25 veces menores* que en los países de la OCDE que prefirieron la mitigación a medias y “vivir con el virus”, incluida la Italia posterior al bloqueo del año pasado.
– Quienes piensen que la táctica de las medias tintas ha servido para “proteger la economía” en general, pueden ver cómo en los cinco países que optaron por la estrategia de contención y erradicación territorial, el crecimiento del PIB volvió a los niveles previos a la pandemia ya a principios de 2021, viceversa por nosotros el crecimiento sigue siendo negativo y así en el resto de países de la OCDE que han seguido el tortuoso camino de las medias tintas. En particular, esto se hizo para no detener la producción y las actividades principales, incluso sólo dos semanas al comienzo de cada ola, antes de un fuerte crecimiento numérico exponencial. Al coste en vidas humanas se suma el coste económico y social, con un impacto desastroso en la economía y las actividades culturales generalizadas. En la práctica, en el altar del beneficio de las exportaciones, se sacrificaron las vidas de decenas de miles de personas, así como las condiciones materiales de existencia de millones de trabajadores, con las pequeñas empresas al borde del abismo y los despidos a las puertas.
– Los que ladraron que “nos están encerrando” en el momento del primer y único encierro, alentando las medias tintas prolongadas, verán que en lo que respecta a las restricciones, las libertades se han visto más afectadas en los países de la OCDE que han optado por la mitigación y las medias tintas. De hecho, las enérgicas medidas adoptadas por los países para la rápida contención, el control de los contagios hasta la erradicación de cualquier brote, la rápida resolución del problema ha devuelto rápidamente la vida social y la economía generalizada a la normalidad, como ya ha demostrado el éxito histórico en la República Popular China bajo el liderazgo del PCC y las autoridades científicas y sanitarias locales.
Hay quien piensa que el debate entre la mitigación de las medidas a medias y la estrategia de contención es una cuestión académica, carente de interés político u objeto de una polarización inútil, porque pronto la vacuna resolverá todos los problemas, o porque la llegada del verano hará que se vuelva a decir que el virus ha desaparecido clínicamente (pero este año no salimos del encierro de Conte, sino de la línea Bolsonaro de Draghi). De hecho, décadas de experiencia dicen que las vacunas por sí solas no son decisivas y no en poco tiempo, las vacunas pueden mitigar pero no resolver mágicamente.
La erradicación de la viruela supuso una lucha de décadas y la vacunación fue acompañada de campañas de comunicación y compromiso público, pruebas de población, seguimiento, lo mismo que con la polio. Lo que se hace con las epidemias, debe hacerse también con el covid si queremos librarnos de él, si no queremos seguir condicionados y subyugados durante largos años a esta situación, expuestos a todos los riesgos que conlleva.
Los que después de un año, en el ámbito político, insisten en la demora, no se posicionan, no tienen una línea sobre qué hacer para salir de la emergencia, siguen estando de acuerdo con las diversas tesis minimizadoras útiles para el capital, cuando no son dignos del reino de Q o ByoBlu u otros propagandistas de la irracionalidad, muestran incapacidad para analizar la realidad concreta y/o mala fe. En ambos casos tremenda subalternidad a una clase política e industrial entre las peores del mundo, de la que depende una tragedia sin precedentes recientes, tanto humana como sanitaria y económica social.
Enlace The Lancet 28 abril 2021: thelancet.com
Gracias a Alessandro Ferretti por las consideraciones y el informe del artículo.

Roma 15feb2020: Corea Popolare mostra, proiezioni, testimonianze, dibattito

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Corea del Nord: un paese socialista che ha saputo resistere al crollo del vecchio movimento comunista e alla continua aggressione degli imperialisti USA, la storia e le conquiste di una gloriosa rivoluzione da onorare, il presente di un processo rivoluzionario da cui imparare.

La Repubblica Popolare Democratica di Corea (più comunemente presentata con l’espressione geografica di Corea del Nord) è tra i cosiddetti “stati canaglia” quello contro cui si scaglia con maggior intensità il fuoco di fila della criminalizzazione e della denigrazione ad opera dei media di regime dei paesi imperialisti. Perchè? La risposta sta nella gloriosa storia della RPDC e nel percorso di emancipazione del suo popolo e del suo governo dalle catene del sistema imperialista mondiale

h.17, apertura mostra fotografica “Un concetto di vita libera dalla logica del capitalismo” a cura di Alido Contucci e video-proiezioni sulla storia e il presente della Repubblica Popolare Democratica di Corea
h.18, dibattito con
Andrea De Marchis (Partito dei CARC)
Rita Peana (Centro Studi Juche – Songun)
Mario Eustachio De Bellis (membro della delegazione italiana di ritorno da Pyongyang)

Ci vediamo sabato 15 febbraio presso l’associazione Dinamo, via dei Gelsi 111, Roma 

Bologna 7apr2018: conoscere la Corea Popolare

Cabello y la República Popular Democrática de Corea

por Néstor Francia

Análisis de Entorno Situacional Político
Viernes 02 de febrero de 2018

Las preocupaciones yanquis

El papel de Venezuela en el tablero geopolítico mundial es cada vez más importante, por el rol cardinal que juega la Revolución Bolivariana en la lucha de clases planetaria, con especial incidencia en América Latina, una de las regiones mejor dotada de recursos naturales, no solo en áreas tradicionalmente vitales como petróleo y minería, sino por sus recursos hídricos, que se consideran decisivos para el futuro de la Humanidad. Por eso la creciente y brutal agresión imperialista contra nuestra Patria.

Esto lo entienden muy bien tanto la meca imperial, Estados Unidos, como la dirigencia revolucionaria venezolana y sus aliados en el mundo. La gira que inició ayer el secretario de Estado gringo, Rex Tillerson por América Latina, con visitas a varios países con gobiernos lacayos, coincide con la del canciller Jorge Arreaza que comenzó el mismo día en Cuba, con ruta continental diferente.

La verdad es que Estados Unidos está muy preocupado por todo lo que ocurre en nuestro continente, pues aunque la contraofensiva neoliberal ha cosechado algunos éxitos importantes, como los de Brasil y Argentina, ellos saben muy bien que la lucha liberadora de nuestros pueblos está vivita y coleando, y que esas victorias circunstanciales de sus aliados pueden ser efímeras. Los pueblos están en la calle, en lucha, y por eso consideran a la Revolución Bolivariana como una a amenaza, por su ejemplo de resistencia y talante patriótico.

Es muy significativo un informe reciente de la agencia calificadora de riesgos Moody’s, principal rival en ese campo de Standard & Poor’s. Como se sabe, estas agencias representan los intereses de las grandes corporaciones transnacionales, que a través de ellas han creado un importante factor para tratar de influir en la economía y la política de una amplia gama de países. Para Moody’s, las elecciones de los próximos meses en América Latina pueden “poner en riesgo las reformas fiscales y estructurales en la región, ya que las nuevas autoridades pueden estar menos comprometidas a impulsarlas o enfrentarse a la falta de apoyo político para su implementación”.

En México, por ejemplo, Moody’s apunta que las encuestas revelan un descenso en el apoyo al Gobierno de Enrique Peña Nieto en contraste con el aumento de la popularidad del candidato izquierdista Andrés Manuel López Obrador. Además, apuntó que el Gobierno de Michel Temer en Brasil tiene el índice de aprobación más bajo de los últimos 28 años, mientras los ciudadanos sienten que el país va por un rumbo equivocado. Por supuesto, derrotas neoliberales en países de la importancia de México y Brasil representarían un cambio brusco en las relaciones de poder continentales.

Pero las preocupaciones yanquis van más allá de estas perspectivas electorales, también tienen un trasfondo en la competencia que le están haciendo en nuestro continente otras dos grandes potencias, aliadas por cierto de Venezuela, Rusia y China.

El imperio ha visto paulatinamente y cada vez más debilitado su dominio omnímodo en lo que sigue considerando su patio trasero. Estas potencias mantienen fuertes lazos comerciales y económicos en general, inclusive con gobiernos de derecha del continente.

En ese sentido, y con descarada prepotencia, el secretario de Estado Tillerson, advirtió ayer a los países de América Latina de “una dependencia excesiva en sus lazos económicos con China”: “Hoy China se está estableciendo en América Latina. Está usando el poder económico para llevar a la región bajo su órbita, la pregunta es a qué precio”, sostuvo Tillerson en un discurso en la Universidad de Texas en Austin, antes de su gira latinoamericana. Sin ningún escrúpulo, Tillerson reclama sus supuestos derechos imperiales en el continente, al proclamar que “América Latina no necesita nuevos poderes imperiales”.

Tillerson hizo también referencia a la creciente influencia de Rusia en América Latina y llamó a los Estados latinoamericanos a resguardarse de “potencias lejanas que no reflejan los valores fundamentales compartidos en esta región”. Además arguyó que Rusia vende armas y equipo militar a “regímenes hostiles que no comparten ni respetan los valores democráticos”.

Así pues, para Estados Unidos no se trata solo de la amenaza “inusual y extraordinaria” que representa un pueblo digno y patriota como el venezolano, sino de cómo las fuerzas populares y nacionalistas del continente han venido abriendo espacios para la conformación de un mundo multipolar, al punto de que hasta sus socios de la derecha continental se han venido sumando, “sin querer queriendo”, a ese concepto que sembró y promovió el gigante Hugo Chávez.

Por supuesto, nuestra dirección revolucionaria no está cruzada de brazos ante la ofensiva geopolítica imperial. No solo se está moviendo nuestro canciller para poner en alerta a los gobiernos progresistas y a los pueblos revolucionarios del continente.

También el dirigente socialista Diosdado Cabello, durante una entrevista en el programa Zurda Konducta de VTV, destacó la importancia de la unidad y de estrechar lazos de amistad con otros pueblos para enfrentar al imperialismo norteamericano. Por esta razón, se reunió ayer con el embajador de la República Popular Democrática de Corea (Corea del Norte), Ri Sung Gi. Cabello declaró que “La reunión con el embajador de la República Popular Democrática de Corea fue sorprendente, porque este pueblo ¡cuánto ha soportado!”.

De igual forma, Cabello se reunió el miércoles con el embajador de la República Popular China, Li Baorong, para abordar los retos que deben asumir los movimientos políticos de ambas naciones para enfrentar los ataques políticos y económicos de Estados Unidos. Parece estarse conformando, paso a paso, algo muy necesario en estos tiempos turbulentos y de grandes cambios: un frente mundial antiimperialista que resista a las intenciones hegemónicas del Imperio estadounidense y acelere su caída. Por eso vamos a decirlo otra vez: ¡Todos con Maduro! ¡Juntos podemos más!

Napoli 22dic2017: Con la RPD di Corea!

L'immagine può contenere: 1 persona, sMSda  Partito dei CARC – Federazione Campania

Dall’inizio del 2017 la Repubblica Popolare Democratica di Corea (RPDC) è oggetto di minacce militari da parte degli imperialisti USA e dei loro servi, accompagnate dall’inasprimento delle sanzioni economiche da parte dell’ONU. I media di regime sostengono a loro volta questa operazione con una martellante campagna di denigrazione, falsificazione e ridicolizzazione dell’esperienza coreana (di cui la sinistra borghese è complice): una vera e propria propaganda di guerra finalizzata a giustificare agli occhi dell’opinione pubblica l’invasione del paese.

La verità è che la resistenza della RPDC, del Partito del Lavoro di Corea e del popolo coreano rafforza la rinascita del movimento comunista internazionale e di quello antiimperialista perché contrasta il disfattismo seminato dalla sinistra borghese e infonde coraggio e fiducia in tutti coloro che nel Mondo lottano contro la Comunità internazionale dei gruppi imperialisti europei, americani e sionisti, i veri terroristi e criminali di guerra della nostra epoca.

La RPDC e il Partito del Lavoro di Corea mostrano infatti con la loro lunga storia alle masse popolari e ai popoli oppressi di tutto il Mondo che è possibile resistere agli imperialisti USA e ai loro servi e affrontare situazioni estremamente difficili e complesse: sono riusciti a restare in piedi nonostante la guerra del 1950-53, l’occupazione del Sud del paese da parte degli USA, le sanzioni economiche, le provocazioni continue, il crollo o cambiamento di colore del resto dei primi paesi socialisti. Sono riusciti inoltre a dotarsi di un proprio armamento nucleare come deterrente rispetto alle invasioni e attacchi degli imperialisti, facendo tesoro delle lezioni provenienti dall’invasione dell’ex Jugoslavia, Iraq, Afganistan e Libia.

Di questo tratteremo venerdì 22 dicembre 2017, alle ore 17:30 in Galleria Principe di Napoli (zona Museo), attraverso gli interventi di Fabiola D’Aliesio della Direzione Nazionale del P.CARC, del senatore della Repubblica Bartolomeo Pepe che racconterà di quanto constatato di persona durante i due viaggi nella RPDC e con i saluti della Console del Venezuela a Napoli Amarilis Gutierrez Graffe.

(FOTO) Corea del Nord: proteste in tutto il paese contro l’imperialismo


da
Pyongyang a La Habana

27 novembre 2014.- Il popolo cosciente e organizzato scende in piazza nel nord della Corea per denunciare i crimini dell’imperialismo.

Grandi manifestazioni a Pyongyang ed altre città coreane, contro la risoluzione promossa dagli USA e dalla Corea del Sud presso le Nazioni Unite che denuncia “l’assenza dei Diritti Umani” in Corea del Nord.

La risoluzione accusa la Corea del Nord di essere “uno dei peggiori violatori dei diritti umani nel mondo”, accusa che elevano coloro bombardano paesi, assassinano civili per il colore della pelle, coloro che negano la sanità o l’educazione pubblica e gratuita nonché il diritto all’alimentazione, e che non garantisce il diritto alla casa.

I coreani rifiutano le accuse che hanno solo un obbiettivo: screditare la Corea per essere un paese che resiste e persiste nella costruzione del socialismo. Non è un caso che la nazione che all’ONU si è messa alla testa dell’opposizione a questa risoluzione è stata proprio Cuba socialista.

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